
Esta nueva capilla, ideada por JAO Arquitectura, dispone en la iglesia de un acceso secundario que permite ingresar, a través de una pequeña puerta de madera, a una serie de espacios reducidos. Tras cruzar la puerta, se accede a un pequeño pasillo que funciona como recibidor, tras el cual se pasa a la antesala, un espacio de transición que prepara al usuario para acceder a la sala principal: una capilla que contrasta con los espacios previos y posee una atmósfera abstracta propia.
En el proceso de rehabilitación se ha conservado la puerta de acceso preexistente, así como el zócalo alicatado del pasillo inicial. La antesala se concibe como un espacio contenido, con un techo bajo, y se separa de la capilla mediante una gran vidriera multicolor. En la capilla, el techo es abovedado y más alto, y se ha utilizado un pavimento porcelánico. Esta sala contiene también una cruz con el sagrario, una pintura anterior a la reforma y un altar.

Capilla sagrado corazón por JAO Arquitectura. Fotografía por Jesús Granada.
Descripción del proyecto por JAO Arquitectura
El proyecto “La Capilla” nace como respuesta a la oportunidad de transformar un espacio anteriormente destinado a salón multiusos, con diversas patologías perteneciente a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Granada. Su reforma consistía en la creación de un lugar de oración, recogimiento y celebración de pequeñas eucaristías y reuniones.
El espacio se concibe como uno de esos rincones secretos dentro de la ciudad, tan comunes en Granada. El espacio o atmósfera creada, este “no lugar”, invita al visitante a la introspección, alejándose de la realidad cotidiana para sumergirse en un ambiente de silencio y paz. La capilla se convierte así en un refugio no solo físico, sino también emocional y espiritual, un lugar que abre una puerta a la serenidad. Este proyecto no solo es un lugar de oración, sino un espacio que permite a quien lo habita encontrar un rincón de calma y de desconexión, una pausa necesaria.
Rincones secretos de la ciudad de Granada
Granada esconde, entre el entramado de su ciudad histórica, una geografía íntima de rincones secretos. Su trazado heredado del mundo andalusí --laberíntico, orgánico, inesperado-- da lugar a una sucesión de descubrimientos: callejones estrechos que se abren, de pronto, en plazuelas silenciosas; escalinatas que conducen a miradores improvisados; pasadizos que conectan patios interiores, fuentes escondidas, y muros cubiertos de buganvillas. Granada se resiste a ser completamente conocida, se revela poco a poco, no al que pasa, sino al que pasea. Este proyecto busca formar parte de esta red de lugares secretos de la ciudad.

El no lugar1 como refugio
En su definición original, Marc Augé propuso el “no lugar” como aquel espacio de tránsito sin identidad, sin historia, sin vínculo. Sin embargo, cabe otra lectura más amable, más íntima: el no lugar como espacio etéreo, un intersticio en el tejido de la ciudad donde el tiempo parezca suspenderse.
Lejos del bullicio urbano, de la saturación simbólica de lo monumental o de lo cotidiano, el no lugar puede ser un refugio para el recogimiento y la quietud. Lugares que no reclaman pertenencia, pero ofrecen respiro. Lugares sin identidad fija, pero cargados de potencial.
Acceso
El acceso se realiza a través de una pequeña puerta secundaria de madera con arco apuntado, que se encuentra en un extremo de la fachada frontal de la Iglesia que da a la Gran Vía de Colén. A través de ella se accede a un pasillo estrecho y oscuro, que se reviste con un zócalo doméstico y alicatado hasta media altura que refuerza esa sensación de intimidad. Esta característica del espacio secreto nos resultó muy interesante, y se decidió que las decisiones a tomar debían subrayarla. Por ello la no-intervención en este umbral nos pareció importante.
Transición
La antesala actúa como un espacio de amortiguación. Con su altura contenida y su escala doméstica, ofrece un respiro intermedio que prepara al visitante, tanto física como emocionalmente, para el cambio de atmósfera. No se trata aún del lugar sagrado, pero ya se ha dejado atrás la ciudad. Es un umbral ampliado, donde la transición no ocurre de forma abrupta, sino que se decanta con suavidad. En este espacio, la vidriera insinúa lo que está por venir: un anticipo velado del espacio secreto que espera tras ella.

La Capilla
La Capilla se materializa con la utilización de pocos elementos buscando la creación un espacio homogéneo. La apuesta no es tanto por crear un espacio físico, sino más bien una atmósfera abstracta que trasciende lo material.
Se crea a partir de un único espacio de techo abovedado, que recuerda a los espacios de naves eclesiásticas, que actúa como manta o velo que envuelve el espacio, lo protege y lo acoge. En el suelo, un pavimento porcelánico que simboliza lo terrenal, y se eleva suavemente por las paredes, fusionándose con ese cielo, dibujando una línea visual que genera un horizonte que va enmarcando y subrayando distintos elementos del lugar. Esta fusión de tierra y cielo, de lo natural y lo simbólico, provoca una sensación de armonía, equilibrio y serenidad. También se trabaja con la intención de generar abrigo dentro de un gran espacio.
Este se completa con una gran vidriera abstracta (o interpretación de esta) que actúa como filtro de separación y donde sitúa la puerta de entrada a la capilla. Esta vidriera aporta destellos de luz coloreada arrojada sobre una atmósfera intencionadamente homogénea.
Y en este espacio se sitúan tres elementos que se subrayan: La cruz con el sagrario, una pintura existente, y el altar, que también está diseñado por el estudio como un prisma puro y pesado, evocando una piedra tallada, que levita levemente y se desliza sobre el suelo. Estos elementos, destacados de manera sencilla, ofrecen una experiencia simbólica y serena.

El espacio o atmósfera creada, este “no lugar”, invita al visitante a la introspección, alejándose de la realidad cotidiana para sumergirse en un ambiente de silencio y paz. La capilla se convierte así en un refugio no solo físico, sino también emocional y espiritual, un lugar que abre una puerta a la serenidad. Este proyecto no solo es un lugar de oración, sino un espacio que permite a quien lo habita encontrar un rincón de calma y de desconexión, una pausa necesaria.
De hecho, se trata de un espacio al que se accede a través de una pequeña puerta secundaria de madera con arco apuntado, que se encuentra en un extremo de la fachada frontal de la Iglesia que da a la Gran Vía de Granada.
El carácter "secreto" de este lugar, junto con la necesidad de aislamiento y recogimiento, lo posiciona como un "no lugar". Un espacio que quiere desconexión con el tiempo y el mundo exterior que le rodea. Lejos de ser un lugar común o característico podría describirse como un espacio etéreo, un refugio que invita al recogimiento en la quietud y al desapego de lo cotidiano. Entendimos que un espacio secreto debía llevar asociado un efecto sorpresa que se intenta conseguir por contraste; ante el ruido, silencio. En la actualidad, la sociedad siente una creciente necesidad de espacios que promuevan la desconexión y el aislamiento, lugares de sorpresa que nos brinden un refugio de serenidad en medio del caos. Esta capilla se proyecta como un espacio que responde a esa necesidad, invitando a la introspección y al recogimiento.
Se crean distintas escenas de luz que puedan recrear matices dentro de esta atmósfera adaptándose a su diferente uso.
NOTAS.-
1. El "no lugar" es un concepto acuñado por el antropólogo francés Marc Augé en su obra "Los no lugares. Espacios del anonimato" (1992). Se refiere a aquellos espacios contemporáneos característicos de la sobremodernidad, donde no se genera identidad, ni relaciones duraderas, ni sentido de pertenencia.